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Foto del escritorvadik barron

Un telar sonoro

El músico y compositor René Ponce ha lanzado hace unas semanas su disco Traslación rotativa, donde explora y desarrolla varias influencias, conceptos y sonoridades que van del folklore hasta la música contemporánea, pasando por el jazz, los medios electroacústicos y el arte sonoro, en base a su amplia experiencia como instrumentista y creador.


- ¿Cuál es el concepto musical y sonoro de Traslación rotativa?

- Es un disco que no fue pensado para un disfrute estético, no es un disco con un lenguaje amistoso, de hecho, es un poco misterioso hasta para mí, es como lograr distinguir un discurso en medio del bullicio o una melodía en medio de un caos sonoro como alguna vez lo hizo Villalpando con la célebre melodía de Mi socio. La verdad es que Traslación rotativa nace en una necesidad creativa, en este caso y para no ser técnico con la explicación, nace de una necesidad meramente textural.

 

Me explico mejor tomando la analogía de un aguayo para acercarme un poco más al concepto. Un aguayo tiene una unidad mínima, un hilo, que es urdido en el telar uno por uno como elemento base para construir la estructura del aguayo, dependiendo de cuántos colores queremos, y qué ornamentos iconográficos vamos a plasmar en nuestro aguayo. Hilo tras hilo va concentrando un evidente colorido, caótico a simple vista, pero pensado en una estructura que después contemplará colores ordenados por la cantidad de vueltas que se da al hilo en el telar para distribuirlos y que después llegará a un orden yuxtaponiendo hilos que formen iconografías dignas de un aguayo. El hilo debe tener una cantidad específica de vueltas en el telar para lograr que la yuxtaposición de hilos sea tan precisa y formar una iconografía perfecta.

 

Traslación rotativa, en ese sentido, contempla aquellos hilos sonoros que se van entretejiendo, hilos que en un caos buscan distinguir elementos sonoros que puedan generar un discurso, una iconografía, un color en medio del caos, en medio de la yuxtaposición de elementos, para así amasar, tejer o construir un todo que se vislumbre de cerca, de lejos o con los ojos cerrados. Traslación rotativa es en sí, un telar que urde sonidos.

 

- ¿Cómo fue el proceso de composición, arreglos, registro y mezcla del álbum?

- El disco se empieza a tejer desde 2014, registrando sonidos en diferentes lugares de Bolivia que posteriormente fueron procesados para lograr esos hilos sonoros. Hay cantos nortepotosinos, tarkas, saxofones, cellos, pianos y recursos concretos como agua, tierra, fuego, aire, respiraciones, naturaleza, ruidos de la ciudad, y diversos elementos que fueron “reciclados” para construir un discurso.

 

El disco lleva ese nombre porque la pieza Traslación rotativa fue ganadora del concurso Arte de los nuevos medios en 2016, en La Paz. Es una obra que contempla ambos movimientos planetarios, la traslación y la rotación plasmado en los sonidos, usando elementos como la tarka que la registré de un músico callejero en la pasarela de la Pérez en La Paz, y el canto nortepotosino registrado en Macha, Potosí, a una hilandera que en su canto habla con sus hermanas preguntándoles dónde iremos a parar después de la vida.

 

De la grabación de la tarka solo se usó una nota, la cual construye absolutamente todo el discurso sonoro, desde frecuencias altas, medias y bajas, hasta frecuencias imperceptibles por el oído humano. Mi agradecimiento es más que especial para “El Capi”(Javier Tapia) porque sin él y su guía, literatura y locura nunca hubiera podido aterrizar esta obra y por lo tanto, tampoco este disco.

 

Cada pieza es un tejido o aguayo distinto en el que se urden diferentes hilos, sonidos, técnicas y diálogos que a simple vista pueden parecer una mixtura de lenguajes; que sí lo es; pero también hilvanan una sola idea entretejida.

 

- ¿Cómo evalúas, en la actualidad boliviana, conceptos como “música popular”, “música latinoamericana”, “música contemporánea”, etc.?

- Bueno, es un poco difícil encontrar el momento en que uno y otro se separan, porque si uno realiza una vista microscópica del fenómeno musical en Bolivia y Latinoamérica, hay un discurso en degradé que va cambiando muy delicadamente su matiz, siendo la música latinoamericana y popular también detonante de la música contemporánea.

 

Si vemos ese degradé minuciosamente veremos que los límites son muy delgados, o abstractos, hay que tener una lectura muy precisa para diferenciarlos. Mucho hace la industria, el lugar, el objetivo y el contexto, pues, si ponemos a intervenir a Maroyu en un espacio no convencional, y manipulamos el sonido que proyecta las notas que interpretan, podría considerarse música contemporánea, o si interpretamos su tema Solo por ella con guitarras, bandoneón y un piano que se complementan con armonía moderna, pasará en los filtros de música latinoamericana que hoy están bajo el paraguas del sonido argentino. La verdad es que la música depende de esa esfera crítica, de los elementos externos, del concepto al que se somete, y es que la música al final no necesariamente son notas o sonidos, la música también puede ser conceptos, estructuras, construcciones individuales y sociales que incluso pueden ser transmutadas a otras artes. Cuando logramos entender eso, podemos también entender que la verdad absoluta no existe en la música y que tal vez esta, sea la más bella de las mentiras.

 

Empecé a estudiar música desde mis ocho años, en un entorno académicamente muy cerrado, hace 26 años los entornos musicales eran impenetrables. Hace 20 años decidí transgredir el impenetrable entorno “académico” musical para hacer música folklórica, tropical y chicha, pues el bolsillo apretaba como a todos los artistas en algún momento de su vida. Los autodenominados “académicos” me miraban como un bicho raro, pues después de haber tenido una carrera “académica” muy nutrida decidí de un momento a otro explorar nuevos caminos musicales, y eso, para el 2004 era un sacrilegio. Por otro lado, el entorno “popular” que empecé a transitar me veía como un “gallego” que intentaba tocar huayños. Disociar el pentagrama de la interpretación no era nada sencillo.

 

Después de 20 años creo haber logrado un equilibrio en el que yo me siento cómodo, en el que puedo entrelazar la escuela académica con la escuela popular, ambas igual de valiosas y latentes en mis procesos creativos.

 

Recuerdo que hace muchos años, en Santiago de Chile, un 6 de agosto, fui a la fiesta de bolivianos en un salón de la Universidad ARCIS y conocí a un grupo llamado La Chicha y su Manga cuyos músicos me llamaron la atención por sus extravagantes pintas de hippies que entraban a escenario con djembés y con instrumentos convencionales, pero con el ingrediente principal: un cantante peruano. Subieron a escenario a tocar chicha para los residentes bolivianos y quedé boquiabierto con su presentación, así que al acabar la misma fui a charlar con ellos y cada uno tenía una maestría o doctorado en ramas relacionadas con la música y aun así tocaban chicha con una evidente pasión. Cuán importante fue eso para saber que el prejuicio de lo académico y lo popular era un fenómeno meramente boliviano.

 

- ¿Cómo ves la escena paceña en particular y boliviana en general para las nuevas músicas?

- Pues podría dividirlo en dos, tal vez igual ligado a lo conceptual y a lo popular desde una mirada micro y macro. En lo popular desde la mirada micro, me alegra mucho que esos prejuicios que veía hace 20 años hayan desaparecido, veo a grandes músicos, estudiosos y muy talentosos ser parte de proyectos folklóricos, chicheros, cumbieros y demás, que suenan muy bien técnicamente. Ahora bien, desde lo macro, veo que la gran mayoría de proyectos dentro de la música popular son muy intrascendentes, urgidos de sumergirse en el sonido, estética y exigencias de un sonido actual que responde simplemente a un mercado, que a mí en lo particular, no me gusta. El aspecto creativo en el lado popular ha perdido todo valor, no escucho composiciones nuevas en aquellos grupos que además sacan un ventajoso provecho económico y eso duele, porque da cuenta que la época de oro del folklore y de la cumbia en Bolivia se ha extinguido.

 

En el lado que considero conceptual, hay un maravilloso panorama, y lo menciono como conceptual porque hay compositores e intérpretes tan maravillosos que es indiferente saber si estudiaron o no música de manera formal, es indiferente si hacen una cumbia, una cueca o música abstracta como tal, pues, vislumbro una generación de artistas que han repensado de una manera tan crítica y exquisita su rol en el arte que generan, componen y producen con sus propios medios, con un trabajo de hormiga y de sol a sol en diferentes espacios y contextos para poder plasmar sus ideas, y mencionaría a muchísimos, pero no lo haré para no olvidarme de nadie.

 

Hay brechas entre unos y otros, primeramente, la más amplia, lo económico. Si los artistas conceptuales tuviesen el ingreso de muchos grupos que cobran cachés exorbitantes, seguramente Bolivia estaría en otra esfera de entendimiento musical en el panorama mundial. Y por otro lado una brecha estructural, idiomática y conceptual, pues ambos sectores tienen los mismos elementos que los construyen, con excepción de la idea, pues, entendiendo desde la visión de Schönberg, el estilo morirá con el tiempo, la que trascenderá será la idea. 

 

- ¿En qué proyectos musicales –en vivo y en estudio– estás trabajando actualmente?

- En vivo estoy con el proyecto Entre Tangos y Cuecas, con el proyecto Antología de la Cueca Boliviana, con La 7ma/9na y con Proyecto Ponce que es un proyecto familiar de folklore latinoamericano.

 

En estudio ando produciendo música y musicalizando poesía de artistas de La Paz, Potosí, Santa Cruz y Sucre, con proyectos muy interesantes que ando compartiendo en RRSS constantemente.

 

También promocionando Traslación rotativa, que con su lenguaje tan singular tiene muchas limitaciones en el mercado. Estoy trabajando en mi primer disco como cantautor que se llamará Habitante de ayer, con una búsqueda ambiciosa de entretejer en la “cantautoría” diversos lenguajes contemporáneos y tradicionales.

 

Por último estoy retomando mi proyecto Experimento Ayahuasca con quienes tenemos como elemento base la estética compositiva del folklore de antaño para hibridarlo con texturas electroacústicas y experimentales. Estamos  preparando un homenaje al Jechu Durán, y también está como proyecto la musicalización del libro de Augusto “Chueco Céspedes”, Sangre de mestizos, para presentarlo en 2025.


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