A tono con la tendencia de las fechas, proponemos un top de “los mejores libros de 2022”… con la salvedad de que son, apenas, los mejores entre los que el autor alcanzó a leer. Tres grandes libros del año, otros cuatro que merecen (y mucho) leerse, y tres más, que editoriales bolivianas publicaron en la gestión que cierra, para propiciar a lectores del país el disfrute de joyas editadas antes en otros países.
I
De todo lo leído (ojo, no todo lo publicado) en Bolivia en 2022, escogemos tres grandes libros: dos de cuento y una novela.
Liliana Colanzi ganó el Premio Ribera del Duero con Ustedes brillan en lo oscuro, una innovadora y original colección de relatos que cosechó muy buenas reseñas en España y varios países de Sudamérica.
Con Hemos sido felices por mucho tiempo, Mauricio Murillo vuelve tras varios años desde su novela Sombras de Hiroshima. Tanto los nuevos cuentos que van entre el misterio y el terror, como aquella novela realista, definitivamente merecen muchos más lectores y una mejor presencia en la crítica y los medios.
Y en novela, Guillermo Ruiz sigue a la altura de su anterior Días detenidos, Premio Nacional de Novela y editada este año con éxito en España. Esta vez en El hombre tocado de viento, explora la vida de dos bohemios bolivianos en la mítica París de mediados del siglo pasado,
II
Hay otros cuatro libros que dicen y dejan mucho y bien valen la pena: Los hijos de Goni, crónicas autobiográficas de gran espontaneidad y honestidad de Quya Reyna; Vetas literarias, un ensayo erudito y exquisito de Diego Valverde; una novela psicotrópica de Edmundo Paz Soldán: La mirada de las plantas, ambientada en la Amazonia boliviana; y El Chaco y después, libro de cuentos sobre la Guerra del Chaco en el que Adolfo Cárdenas recupera algunas piezas ya publicadas en anteriores libros y las completa con algunas nuevas.
III
Y finalmente, tres más: reediciones bolivianas de tres grandes libros de autoras extranjeras: dos novelas, la fabulosa Mugre rosa de Fernanda Trías, que estuvo en La Paz para presentarla y dialogar con sus lectores en la Feria del Libro; Tres truenos, de Marina Closs, que si bien tiene tres historias independientes, bien forman un conjunto temático-social-cultural; y un libro híbrido entre crónica, ensayo y autoficción: el muy reconocido Huaco retrato de la peruana Gabriela Wiener.
Vamos al detalle:
I
Ustedes brillan en lo oscuro (Nuevo Milenio)
Liliana Colanzi
Identidad y futuro. De eso va Ustedes brillan en lo oscuro (Páginas de Espuma / Nuevo Milenio, 2022) de Liliana Colanzi. Sin perder de vista que ambos conceptos involucran historia y contexto. Es, entonces, un libro político que plantea una dura reflexión en torno al cada vez más tóxico paso de la humanidad por el planeta. Con semejante horizonte, además, es un libro que se sirve de lo ficcional-sobrenatural en pos de hallar salidas y respuestas.
La búsqueda de una identidad es, acaso la nueva “cuestión fundamental” en este ya entrado siglo XXI en el que la sociedad hiperglobalizada y condenada a la conexión se da cuenta, incrédula aún, de que mientras más conoce y “estalquea”, menos sabe; menos idea y sentido de vida tiene.
No se puede evitar, tras leer cada uno de estos seis cuentos y el libro como un todo, una avalancha de preguntas. ¿Qué somos? ¿Qué habremos sido para tener ya vislumbrado semejante panorama? ¿Alguien es alguien si no conoce su origen, si no se conoce y acepta a sí mismo? ¿Seremos (algo aún) cuando se logre la tecnología total que tanto buscamos?
Hemos sido felices por mucho tiempo (Parc)
Mauricio Murillo
Como lo acaba de poner de moda Quentin Tarantino, los relatos de Mauricio Murillo parecen basados en películas de suspenso. En ese escaso buen cine clase B que tanto reivindica el director devenido en narrador. En ese cine que se enfoca en diálogos y guiones sólidos ante la falta de presupuesto para efectos especiales. Y, a la inversa, muy bien pueden los relatos de Hemos sido felices por mucho tiempo (Parc, 2022) ser el punto de partida de una buena producción audiovisual.
Cumpliendo la regla básica de todo relato (o película) de terror, no hay nada explícito, sino pistas, sugerencias. En este caso presencias (y/o ausencias) que se intuyen, sospechan y sienten. Sutiles, casi imperceptibles, pero decisivas. El olor en “Tabique”; ese algo que trastorna en “El hotel del lago”; la inexplicable suerte que corre la hermana en “Centro de acogida”; ese no se sabe qué en “El arenero”; eso que acorrala poco a poco al protagonista de “Escucharás perros acercándose”.
La falta de detalles y “acción-desenlace”, son el sustento de mucho de los cuentos. Apenas se da pistas e insumos para la imaginación. Lo desconocido es lo que más asusta, dicen. La inminencia es otro atributo clásico del género que Murillo administra con eficacia: “No estaban a salvo. Algo Iba a pasar. Habían sido felices por mucho tiempo”, entienden los protagonistas de “El arenero”.
El hombre tocado de viento (Editorial 3600)
Guillermo Ruiz
Faustino Figueroa y Felipe Lens, bohemios aspirantes a escritores, parten de la aún provinciana La Paz a un París casi irreal de 1950: el parnaso en su mejor momento, donde el destino los cruza ante los mismísimos Sartre, Rene Char, Camus, Cioran y más. De eso va El hombre tocado de viento de Guillermo Ruiz.
Por casi dos décadas los inseparables amigos comparten pobreza y aventuras, pero mucho menos dura la consigna común de triunfar como artistas o intelectuales en la mágica ciudad luz. Faustino lo logra a medias y termina al pie del cañón cuando las ideas (política, filosofía) sobrepasan su voluntad de escritor.
El hombre tocado de viento aparenta a simple vista un par de tópicos: es una novela sobre escritores y literatura, peligroso eje del que pocos salen indemnes; es un homenaje más, entre tantos, al mito de la París cosmopolita y es otra novela boliviana con un fuerte sustento argumental en la dictadura militar. Pero no. Ruiz, literato, lector, conoce de qué van los novelistas y filósofos hechos personajes, a quienes presenta en diálogos convincentes; conoce muy bien París y su historia reciente, como para llevar al lector de la mano por sus barrios y callejuelas; además, maneja adecuadamente los momentos de la dictadura, sin caer en anacronismos o burdos llamados de conciencia. Lugares comunes incluidos, presenta una muy sólida novela, con momentos entrañables, memorables, de sus dos bien logrados protagonistas.
II
Los hijos de Goni (Sobras Selectas)
Quya Reyna
“La historia todos la conocen, Goni quería vender el gas de Bolivia a Estados Unidos, la vía sería Chile y es por ello que varios alteños estaban molestos: ¿por qué? Porque el gas era lo único, pensaba yo, que le daba algo de comodidad a varias familias, perder el gas justificaba un enojo colectivo”. (15)
Este tipo de verdades se filtran en las páginas de Los hijos de Goni, libro de crónicas de Quya Reyna que acaba de editar Sobras Selectas.
“Los que no jugaban con el pan, las que llevaban medias impares remendadas o con algún encaje viejo. Yo los entendía. Luchábamos para no convertirnos en hijos de Goni”, agrega en el texto que da título a este libro. Entre anécdotas e historias personales que todos tenemos, que todos contamos y que a veces escribimos en Facebook –de hecho, ese es el origen de algunas de estas piezas–, la autora alteña filtra –y ahí está la riqueza– situaciones y contextos que todos sobreentendemos o intuimos, pero que pocos conocemos de primera voz y menos en carne propia.
La honestidad y valentía –casi nunca presentes en la mentada red social– hacen no solo llevadero, sino valioso y necesario este libro narrado en primera persona, matizado de realidades y lindante, si se quiere, con la buena autoficción (tan injustamente denostada en estos días, solo por la abundancia de libros malos). Y es que Los hijos de Goni es un libro de crónicas que bien puede ser un buen libro de cuentos o, mejor aún, es una novela redonda. Esto no quiere decir que se desmerezca o ponga en duda la veracidad de lo contado y el propósito de la autora de presentar las historias como crónicas. Simplemente vale advertir que el conjunto cobra coherencia y valor estético.
Vetas literarias (Plural)
Diego Valverde Villena
Clarice Lispector, una pantera que devora conocimiento, experiencias y refleja luz. Jaime Saenz, propiciador de un Aleph propio –hecho de libros, discos, maquinitas, antigüedades y cábalas– que se traduce luego en sus incomparables páginas. Octavio Paz, gestor de encuentros y re-conocimientos.
Libro sobre lecturas y lectores. Y también sobre escritores. Algunos dirán que este tipo de textos –permítanme ligarlo sobre todo con Sergio Pitol, pero también con Monterroso y algo de Magris y Vila-Matas– son solo de interés de académicos y literatos. Falso. Libros como Vetas literarias. Ensayos de un ensayador potosino (Plural, 2022), de Diego Valverde Villena, son un regalo para todo buen lector; entiéndase de aquel que disfruta de hallar y aprehender nuevas formas de leer.
Valverde agarra sus lecturas, intereses y estados de ánimos de un momento específico –y del todo general también– y los vacía en estos textos, que no son sino momentos, guiños e ilaciones de su bagaje. Pero, además, dialoga con sus lectores y sus lecturas. Es un facilitador de experiencias, descubrimientos y redescubrimientos. Es, entonces, un disfrute leerlo e interactuar con sus propuestas, desde momentos, lecturas y bagajes comunes.
“Siguiendo al padre Montaigne –sostiene en el prólogo– intento no hacer nada sin alegría: todos estos ensayos son hijos de lecturas epicúreas. Nacen espontáneamente del gesto de convidar los manjares de una mesa, que se vuelven irreales si no son compartidos”. (10)
La mirada de las plantas (Nuevo Milenio)
Edmundo Paz Soldán
Rai participa en un proyecto experimental que busca recuperar el efecto de los “viajes” provocados por las plantas alucinógenas e incorporarlos en la realidad virtual. A partir de esto se suceden una serie de hechos que –más allá de pertenecer a una realidad ficticia– ponen en entredicho muchas de las ineludibles realidades que las sociedades actuales viven y a las que están condenadas.
Todo lo que imagina el autor parece perfectamente posible y a la vuelta de la esquina. El dominio total sobre naturaleza y tecnología, en vez de propiciar la omnipotencia, bien pueden ser el gatillador de la decadencia que hace ya mucho se cierne sobre la sociedad: recién cuando el hombre quede solo frente a sí mismo (cerebro, memoria, pasado, identidad) se dará cuenta de que su (auto)destrucción será irreversible.
El Chaco y después (Editorial 3600)
Adolfo Cárdenas
Una de las novedades de Editorial 3600 en la XXVI Feria Internacional del Libro de La Paz fue El Chaco y después, en el que Cárdenas recoge nueve cuentos sobre el conflicto bélico: cuatro ya publicados en sus anteriores libros (“Alajjpacha “, “Chacharcomani”, “Sepulturas” y “La brigada fantasma”) y cinco inéditos (“Operación Rosita”, “Felícitas”, “El hombre que supo amar”, “Tío Humberto” y “Victoria”). Cinco están ambientados en los días de guerra y cuatro narran las secuelas de esta en los siguientes años.
En su nota preliminar, Cárdenas hace un reconocimiento a la memoria de “personas que en este libro se convirtieron en personajes” y “cuyas historias han dado origen a estos cuentos y relatos”.
Tal como comenta respecto al origen de “Sepulturas” y “Alajjpacha”, la mayoría de los relatos nuevos también tienen su punto de partida en alguna anécdota real, o de pronto inventada, pero ya por las fuentes originales: familiares, amigos y conocidos del autor que se las narraron alguna o varias veces a lo largo de su vida.
La simpleza de estos textos –en relación al trabajo puntilloso en el lenguaje en “Alajjpacha” y “Chacharcomani”, o al hábil diseño estructural de “Sepulturas”–, no desentona, no obstante, en el corpus global de la obra de Adolfo Cárdenas, signada por un original manejo de recursos que en otras plumas podrían resultar forzados, artificiales, cuando no ilegibles: el estilo barroco que le atribuyen, la reproducción de la retórica popular o el habla rebuscada.
III
Mugre rosa (Mantis)
Fernanda Trías
Catástrofe ambiental. El mar está muerto y tormentas rosas acechan la ciudad costera. La sociedad ya se acostumbró a cuarentenas, restricciones, escasez, pánico, abusos de poder… Qué irreal se lee este panorama. Qué familiar suena.
Ella sobrevive recordando y manteniendo una cada vez más débil esperanza en un futuro. No en “el futuro”, apenas en “un futuro” que se antoja casi imposible. Un futuro que sea como fue su vida pasada. Con perdón por el entrevero, creo que así se explica Mugre rosa (Mantis, 2022) de Fernanda Trías. Pero mejor aún se explica en una breve frase suya: “el recuerdo también es un residuo reciclable”. (57)
Es una regla, con muy pocas excepciones, eso de que repetir la fórmula adelanta un fracaso. Esta es una gran excepción. Si bien en La azotea (2001), potente primera novela, Trías no recurre a la ficción especulativa, el entorno, el clima son los mismos que ahora, 20 años después, vuelve a explorar en Mugre rosa, que se publicó hace ya casi dos años pero que recobra actualidad por la oportuna edición boliviana de Mantis.
Trías hace gala de una especial pericia para transmitir el desasosiego que agobia a sus personajes y que se trasunta en los escenarios: encierro voluntario, en un caso; contexto apocalíptico, en el otro. Pero a la vez, el notable dominio de la narración y su originalidad a la hora de plantear temas y escenas complejas –acaso repelentes en el caso de La azotea–, imprimen en el lector atento una suerte de compulsión que le impiden dejar de pasar las páginas. No es necesario saber qué pasará, pero sí urge seguir disfrutando de cómo la autora lo cuenta.
Tres Truenos (Dum Dum)
Marina Closs
Vera Pepa rechaza de instinto la violencia del hombre. Rechaza el dolor, la imposición; el sexo-violación. Niega la impureza, añora la libertad que representaba su virginidad.
“Cuñataí o de la virginidad”, el primer texto reflexiona sobre la imposibilidad de llevar una vida normal para toda mujer que tenga la agudeza de sentir, de entender todas las injusticias toda la violencia naturalizada. No someterse, es predestinarse a la marginalidad.
“Demut o de la paciencia”, cuenta la historia de dos hermanos alemanes emigrados a Argentina que empiezan a acostarse. Una vibrante historia atravesada por la ignorancia, los miedos y temores.
“Adriana o el amor verdadero” trata de una trabajadora frustrada que teme tanto no dar la talla que se acuesta con un hombre que detesta. Rechaza su cuerpo y elude la sensación corpórea a toda costa.
Centrándonos en los dos primeros relatos: las historias de una guaraní y una alemana que aprendió a medias portugués antes que español, ayudan a Closs a armar estructuras únicas de lenguaje oral. La conjugación del instinto y del sentir en el habla.
Huaco retrato (Dum Dum)
Gabriela Wiener
En el primer párrafo de Huaco retrato (Dum Dum, 2022), Gabriela Wiener da las claves del libro:
Lo más extraño de estar sola aquí, en París, en la sala de un museo etnográfico, casi debajo de la Torre Eiffel, es pensar que todas esas figurillas que se parecen a mí fueron arrancadas del patrimonio cultural de mi país por un hombre del que llevo el apellido. (11)
Identidad y arraigo. Y desarraigo. Y extravío. Y atavismo. Y tradición. Y ruptura… en fin, todas categorías y niveles de una crisis existencial muy particular: lejos de hundirse en el sinsentido de la vida y renegar de su condición de ser y estar, más bien la autora peruana canaliza la crisis identitaria en un cuestionamiento histórico, cultural anticolonialista.
¿Por qué asumir otras culpas?, “… me siento rodeada de agujeros hechos por mí misma que no sé cómo llenar” (32). “Soy consciente de que intento construir algo con fragmentos robados de una historia incompleta” (39). Todo se va develando poco a poco en el transcurrir de las páginas de esta crónica, exitosísima en España y muchos países de América Latina y que encuentra en Bolivia la primera edición alternativa (¡punto alto para Dum Dum!) al margen de la totalizadora Penguin Random House.
Collage de Karen Brigido
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