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pablo cingolani

Sueño

Un texto de Pablo Cingolani.

Los escritores terminan prefiriendo soñar los libros a escribirlos

César Aira: El mago

1.

Un hombre que viene de lejos, desde el fin del mundo, a donde ha fundado una ciudad gloriosa y fantasmal que ha sido devorada por el viento, es tomado prisionero. Otro hombre, que buscó con afán ciudades gloriosas y fantasmales y no encontró ninguna, acude a la cárcel a conocerlo. Se identifican en sus desatinos, se vuelven amigos y en la invencible imaginación del otro, el prisionero va sepultando su desdicha. Vuelve a brillar. Bajo la luz inconstante de una antorcha, entre las frías paredes de un calabozo de piedra que huele a musgo, recorriendo sus historias, yendo y viniendo por heridas y huellas, comparten también una libertad inusitada, desmedida para su tiempo: imaginan nuevos y fervientes mundos allí donde sólo hay tiranía, miedo, horror, esclavitud, desasosiego, vacío.


2.

Un muchacho abandona la ciudad. Deja detrás suyo una foto de cuando moqueaba, un tendal de discos que escuchó hasta saciarlos, unos papeles heridos por esa urbe que lo laceró suficiente como para huir de ella. Aborda un tren, no sabe a dónde, tampoco le importa. Sucede que, a bordo del tren, de ese tren que es un espejo infinito, se congregan, en cuerpo y alma, todos aquellos seres que, cuando la bruma urbana dejaba entrever algo de luz, fueron volviéndose una ilusión latiente y desmesurada dentro suyo. El pasado se pasea sobre los rieles: ahora están allí, compartiendo su viaje y su destino, en los vagones que atraviesan médanos gigantes y abruptos valles y en las estaciones donde el tren se demora más de la cuenta. Ruptura del espacio-tiempo, corte a ext.--día: la vida misma.


3.

Un hombre huye. Deja atrás su país y un continente devastado por la locura y la guerra. Deja atrás hasta su nombre. Deja atrás el hastío, el escándalo y la traición. Cruza un mar, dos mares. Huye, sigue huyendo. Descree de las ciudades. Las cree una trampa. Su amparo son las montañas. Cuando las ve, a la distancia, siente un estremecimiento mayor al bombardeo de Dresde. Cuando camina hacia ellas, sabe que está hollando tierra sagrada, que cada paso de la aproximación es, a la vez, castigo y expiación. Cuando asciende por ellas, cuando la pétrea piel de los dioses se devela y lo sacude, no dudará en sacrificarse si es necesario para honrar ese mandato interior. Pura veneración que redime. Sobrevive. Pasaran los años. Escribirá uno de los libros más bellos jamás escrito. En sus páginas, las almas de los antiguos moradores de esas montañas recobran vida, y esa vida es puro dolor y, a la vez, puro destino, pura poesía.


4.

Ese libro que soñé ayer y que olvidaré mañana y ese libro que mañana soñaré para olvidarme del de ayer.


Antaqawa, 10 de junio de 2022


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