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Querido Pablo (primera parte)

Ha fallecido el cantautor cubano Pablo Milanés, un ícono de la generación fundacional de la Nueva Trova cubana, movimiento que redefinió la canción popular y social en español. Músicos y cultores de la obra de Pablo le rinden tributo.


Christian Benítez (cantautor, Negro y Blanco)

Pablo Milanés siempre será un icono y una referencia fundamental de la música de autor hispanoamericana. El tono y calidez de su voz y su verso dulce, melancólico, enamorado y rebelde marcó y marcará por siempre a miles de cantautores. Sin lugar a dudas su partida de este mundo deja un vacío enorme en todos.


Enrique Quique Claros (gestor cultural)

Son cuatro pilares musicales los que acompañan –y sostienen– mi vida, lo que me apuntalan, fortalecen y también protegen de algunas sombras. Pablo es uno de ellos. Junto a Silvio es el recuerdo musical más antiguo. Tremenda voz, calidad en sus textos y hermosas musicalizaciones de poetas cubanos. Creo que es difícil discutirlo, pero lo que Pablo ha representado, más que eso, es la ternura de la Nueva Trova Cubana, el amor letalmente humano. Algunas miradas, respetables en él, me alejaron, pero agradezco profundamente su vida y su música. Buen viaje, querido Pablo…


Edgar Rodríguez (gestor cultural)

La muerte de Pablo resuena en mi cabeza, la misma que de a poco olvida muchas canciones y letras, por eso, y como quien busca un remedio, miro muros virtuales de amistades que hilan y despiertan esas canciones.


Una partida así de sentida te lleva a reflexionar. En mi caso, sobre la primera vez que escuché a Pablo: sin dudar me respondo visualizando un casete regrabado con el concierto colectivo del Estadio Obras en Argentina (1984), un concierto clave por la puerta que me abrió hacia muchas otras voces. A partir de ese momento todo fue llegando a cuentagotas, incluida la música que recibí en estos años. Pablo, o mejor dicho, Pablito, como siempre le nombré, fue una figura constante que me visitó en discos, conciertos, homenajes, propuestas con filin y su timbre tan afinado, algunas veces solo, otras con su inmensa compañía.


Fiel a mi costumbre fui armando una pequeña lista de canciones que me transporta al único concierto en que pude verlo en La Paz (octubre de 2004). Esa noche un puñado de cientos, quizás mil, hicimos un pacto: aguantar de pie con lluvia y frío encima, compartiendo y aguantando con Pablito al frente, quien evidentemente padecía más que nosotros. Su guitarra quedó al lado del taburete, sin uso, y culpamos al clima, tratando de no pensar en que quizás ya se lo notaba algo enfermo por su manera de caminar. Pero en cambio su voz sí estuvo y muchos temas necesarios también, aunque nunca tantos como le pedimos, como seguimos pidiendo mientras parece que se despide cantando:


La muerte de un solo día,

la muerte que es muerte y vida,

la muerte que con su forma

se proyecta en espiral,

la muerte que me hace andar.


La muerte que es bienvenida,

la muerte de un gran momento,

la muerte que llevo dentro,

la muerte que llega sólo

como un punto de partida.


La muerte entre ochenta y dos,

la muerte de veinte mil,

la muerte vive entre doce,

nunca temiendo morir,

la muerte para vivir.


Pablo Milanés - La muerte (2º movimiento de “Granma”, 1971)

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