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Prueba un poco, es gratis:

alan santos

Este texto abre el volumen de relatos Prueba un poco (Editorial 3600, 2024) del escritor, músico e investigador musical paceño Alan Santos, e inaugura nuestra sección Yuyay Cuento este 2025.

No tuve la necesidad de ver el rostro ensangrentado cubierto por un turbante: fue un ajuste de cuentas. Desde la quiebra de Rotana Récords los subwoofers se han apoderado de los suburbios de este emirato.

 

Entre sus pertenencias, encontré un dispositivo arcaico de almacenamiento de ondas sonoras. Intuyo que fue diseñado durante el califato oscuro en la entonces llamada California. También encontré unos conectores extraños, parecidos a jeringas que, supuse, eran el cordón umbilical entre el dispositivo de almacenamiento sonoro y los oídos de algún potencial comprador de la mercancía.

 

Sus conexiones neuronales eran anormales y sus ondas cerebrales parecían haber sido alteradas de forma intencional. La autopsia también reveló el almacenamiento ilegal de ondas sonoras artificiales listas para ser mezcladas y distribuidas.

 

Pude dar con su laboratorio gracias a un golpe de suerte. Zareen, otra subwoofer, fue detenida un par de días después, reía descontrolada —sin burka— en vía pública. Zareen reveló dos valiosas pistas durante el interrogatorio: una dirección y una curiosa combinación de simbolos: موسيقى_1.7Hz.flac. Había oído de esa nueva y peligrosa droga, estaba de moda en los barrios altos del emirato, era tan potente que llevaba al consumidor a un estado comparable al que produce la esquizofrenia. Aquel estado provocaba sensaciones y sentimientos ilegales no catalogados.

 

Varios aparatos, tan obsoletos como el de almacenamiento de ondas sonoras que cargaba el subwoofer el día de su muerte, estaban tirados en el suelo, algunos dentro de cajas desordenadas apiladas en todos los rincones de la habitación.

 

Sentí claustrofobia, el techo estaba cubierto por un material poroso que impedía que se produjese eco dentro del lugar. Las paredes eran de hormigón revestido con gruesos paneles de fibra de vidrio y planchas de madera de cedro. Me di cuenta que esa era la razón por la que no había descubierto el laboratorio antes: era imposible escuchar desde fuera lo que pasaba allí abajo.

 

En una de las cajas, encontré la materia prima de la nueva droga: planchas de acetato circulares que almacenaban las ondas sonoras de forma analógica, indetectables a cualquier control digital o biopolítico. Comprendí que, tras un cuidadoso proceso artesanal, el traficante era capaz de convertir las ondas sonoras análogas en ondas sonoras digitales. Las planchas de acetato eran ilegales y, en extremo, costosas incluso para los subwoofers.

 

En otra caja, hallé antiguos manuales con instrucciones precisas para la fabricación de موسيقى_1.7Hz.flac. Varios de estos habían sido escritos por un sujeto llamado D. Leguizamón, en la Gran Colombia Unida. Las cosas parecían tener sentido. Sus actuales colonias fueron famosas por traficar y fabricar sustancias ilegales.

 

En un cofre parecido a un arca, oculto entre aquel desorden, hallé otras tres planchas de acetato, estaban guardadas con especial cuidado. Pude descifrar los nombres de las carátulas, estaban escritos a mano: Nancy Ajram, Al – Qaynah y Amaseffer. A diferencia de las otras planchas, estaban conservadas con prolijidad. Pude ver mi rostro reflejado en ellas, tenían un precioso color, similar al del ébano. El hallazgo me dejó desconcertado. Até los cabos y comprendí que el traficante era también adicto. ¿Qué lleva a un hombre a perder la vida por unos trozos de plástico?  Sin duda, la suya era una adicción costosa y supuse que la pagaba con el tráfico de موسيقى_1.7Hz.flac. Algo no tenía sentido.

 

Aunque la unidad clausuró el laboratorio y confiscó el material, el موسيقى_1.7Hz.flac aún circulaba impune por las calles del emirato. Capturamos más traficantes en los meses posteriores. Cada día era más difícil saber quién era subwoofer y quién consumidor, la adicción a la droga eliminaba esa barrera. Nos dimos cuenta de que, en algún punto de la cadena, el موسيقى_1.7Hz.flac había comenzado a ser distribuido de forma gratuita. Entonces, desconocía las razones.

 

Las cosas que son gratis suelen ser apetecibles, no porque no tenga que pagarse por ellas, sino porque en ellas están implícitas dos acciones: la decisión de tomarlas o no y la decisión de dárselas a alguien más sin esperar retribución. Comprendí que el subwooferque mezcló el موسيقى_1.7Hz.flac no lo hizo para costear su adicción, el proceso de distribución era más costoso que el de la fabricación. En realidad, era su adicción la que, a su vez, lo convertía en subwoofer. A alguien debió desagradarle la idea y es la razón por la fue asesinado.

 

Quizá fue aquello lo que me llevó a probar el موسيقى_1.7Hz.flac. Reconozco que es muy adictivo, me permite sentir emociones ilegales reguladas por la unidad de control digital y biopolítica. Prueba un poco, es gratis:


 

Alan Miguel Santos Isnado (Alan Buendía) es escritor boliviano. Magíster en producción y composición musical, realizó diplomados en escritura creativa de ficción y no ficción en la Universidad Católica Boliviana y el Instituto Zacatecano de Cultura Ramón López Velarde, México. Realizó un curso de poesía en la Universidad de Iowa, Estados Unidos. En Editorial 3600 publicó los libros de cuentos Copajira en la memoria (2021) y Prueba un poco (2024). En la actualidad, es colaborador frecuente de la revista literaria 88 Grados.



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