Oración lanzada al aire
- vadik barron
- 14 jul 2024
- 3 Min. de lectura
El guitarrista y productor sucrense Christian Aillón estrena, virtualmente, su nuevo disco Nube, grabado y producido en Sao Paolo, Brasil; que cuenta con la colaboración de varios artistas bolivianos.

La densidad envolvente del Ć”lbum nos recuerda la sintonĆa y ascendencia de Aillón en la copiosa producción del sello independiente El otro baile, conformada fundamentalmente por la obra de JosĆ© Carlos Auza y sus alias, y otros proyectos (LāEnfant, Taki Ongoy) de los que Christian fue parte creativa y activa. Pero hay mucho mĆ”s.
Christian Aillón, ahora radicado en Sao Paulo, Brasil, no solo echa mano de las artes oscuras del estudio y de su generoso arsenal rockero, electrónico y moderno, sino que dialoga con āy alude aā la inmanente tradición de la mĆŗsica boliviana, particularmente chuquisaqueƱa, en cuanto a temĆ”tica y rĆtmica. El trabajo se redondea con el aporte lĆrico de su hermano, Alex Aillón, conocido escritor y periodista, quien ātraduceā la intensa musicalidad y emocionalidad de las canciones de Christian en letras que van de la recreación lĆŗdica del imaginario folklórico, expresado en frases como āchĀ“askita estrella al despertarā de āCariƱoā o āCon mi alcohol, wawitay, bailaremos hasta maƱanaā de āConstelacionesā, hasta reflexiones mĆ”s bien existenciales: āEl tropiezo no es tropiezo si no aprendes al andarā ( āTropiezoā), con ribetes de alta poesĆa: āPara recoger la luz envuelta en tu cinturaā (āMorenadaā). Una decena de canciones que los Aillón completan a cuatro manos en una complicidad de códigos propios. Al fin y al cabo, Āæno es acaso todo arte traducción?
Nube sucede a Fotogramas (2018), en la discografĆa de Aillón. En este lapso la saludable incorporación de recursos sonoros y la consolidación de su oficio como productor son incontrastables. En un medio musical como el nuestro, en el que los artistas se producen sus propios discos, mĆ”s por presupuesto que por ego, estamos ante un par de generaciones de gente muy capaz en la producción de mĆŗsica con recursos electrónicos. AsĆ como admiramos el virtuosismo de algunos intĆ©rpretes, o la vastedad teórica/armónica de algunos compositores, creo que tambiĆ©n es justo reconocer lo mucho que logran los nuevos mĆŗsicos y productores, frecuentemente con escasos recursos, revelando nuevas formas de creatividad.
āNubeā, la canción, musicaliza un poema de Juan Huallparrimachi cantado por la madre del artista (Nelly Valverde) en quechua, y ensaya una declaración de principios estĆ©ticos y culturales: la mĆŗsica andina, atraviesa ātrasparente pero sónicaā el disco como el viento de la pampa. Sin embargo, en lo sonoro son otros los elementos que podrĆan definir el disco. A saber: orquestaciones sintĆ©ticas potenciadas por el estĆ©reo; atmósferas enrarecidas por sonidos procesados, samples y superposición de beats; voces fantasmales y āpreponderantementeā programaciones que ārompenā y subdividen el tempo constantemente, aspecto que llega al paroxismo en el instrumental āSPā, tema, literalmente, no apto para cardĆacos.
Los invitados, Mao Khan, Arpad Debreczeni, JosĆ© Carlos Auza, Luis Aranda, RenĆ© Hamel, mĆŗsicos solventes que en las Ćŗltimas dĆ©cadas han probado su talento y valĆa, aportan timbres e interpretaciones que destacan en la experiencia secuencial de la escucha del Ć”lbum. En āBajo la lunaā la voz de Ale Lanza brilla, precisamente, como amparada por la luz lunar. El epĆlogo, con āBailandoā (tĆtulo tramposo donde los haya), proyecta una grandilocuencia que se basa en la superposición de capas musicales, que a mĆ me rememora el Vagabundo (1996) de Robi Draco Rosa, y nos evoca esa cualidad, acaso boliviana, del baile melancólico, del baile llorado, del otro baile. Cuando se hace silencio, reconocemos que la experiencia ha sido poderosa.
Lo nuevo de Christian Aillón es, de hecho, una nube sonora, densa y vital, inequĆvocamente boliviana y valientemente global; es tambiĆ©n, como la nube virtual que almacena un infinito de data en un chenko invisible, un receptĆ”culo de ideas variadĆsimas y plurales, con un orden, que lo salva del delirio, claramente marcado por la mano autoral que hace de estos vaivenes canciones con forma y letra; y es nomĆ”s una expresión de una cultura hĆbrida, que podrĆamos poner a conversar con la hipercultura simultĆ”nea y mĆŗltiple, que estudia Byung-Chul Han. En Nube, la cuestión de la identidad āmusical, individual, sucrense, etc.ā se plantea y resuelve en el territorio āvirtual o realā de la mĆŗsica, ese lugar donde somos felices.