Nicolás Peña produce y conduce el programa La quinta disminuida desde hace más de 15 años. El show radial, ahora también podcast, se ha convertido, para el público boliviano, en una puerta a las múltiples dimensiones de la música jazz, y para los artistas nacionales cultores del género, en una plataforma de difusión, valoración y análisis de su obra. Es, además, sin dudas, un referente cultural para los melómanos.
- ¿Cómo ves el camino recorrido desde 2007 por La quinta disminuida? ¿Qué cambió? ¿Qué se mantiene?
- Al iniciar el camino, un jueves 12 de julio de 2007, me puse como norte tratar de cumplir varios objetivos para encarar un programa de jazz. El primero, y el más importante, estaba referido a realizar un programa que pueda gustar tanto al que sabe mucho de jazz como a quien no tiene ninguna referencia ni información al respecto. Este aspecto es fundamental, ya que existe un preconcepto del jazz que muchas veces aleja a la gente, cuando lo que se comunica, enfoca o transmite, está atiborrado de conceptos e ideas académicas sofisticadas que tratan de poner al oyente por “debajo” del conductor del programa (esto en sentido de asumir que él es el que más sabe) y no en su misma dimensión.
Este objetivo pudo cumplirse absolutamente, lo afirmo contundente y categóricamente, al verificar a través de este tiempo, la gran cantidad de oyentes y seguidores que tiene el programa, dentro y fuera del país. Muchos de estos seguidores iniciaron su viaje jazzero gracias a la escucha de La quinta disminuida.
Otro objetivo fue abrir el paraguas del jazz lo máximo posible, a través de la escucha de todos los estilos, incluso hasta rozar, peligrosamente, algunas de las fronteras visibles del jazz. Y… por mencionar otra meta: tratar de llegar a la mayor cantidad de gente posible. Esto se pudo conseguir, primero con los podcast que se comenzaron a subir a la página del programa (www.quintadisminuida.com) y posteriormente gracias a diferentes plataformas como Spotify, Google Podcast, Radio Public, etc.
- ¿Qué cambió en este tiempo?
- Yo diría que el afianzamiento, el lenguaje coloquial y la calidez del conductor del programa (nunca antes había hecho radio).
- ¿Qué se mantiene?
- La rigurosidad con la transmisión ininterrumpida de las sesiones a lo largo de todos estos años; no hay feriados, fiestas, vacaciones, pandemias, etc. que impidan a la gente contar con el programa, y asumirlo como una compañía. También se mantiene la premisa de que cada programa gira alrededor de un eje temático que, además, permite al oyente escuchar cada tema seleccionado con un contexto referencial.
- En una época de contenidos superficiales y efímeros, tus programas tienen mucha información e historia.
- Sí. Este es un aspecto fundamental, y es una de las características que se mantiene desde los inicios del programa. El oyente necesita conocer el contexto de los temas que se le presentan. Ahora, lo importante, es cómo se transmite esta información, siempre poniéndose en los zapatos del oyente. La asertividad y la empatía son dos aspectos fundamentales en el proceso de la comunicación.
Conservar la esencia, la cultura del álbum, el perfil del artista y muchos otros aspectos se consigue justamente con la manera empática y asertiva de transmitir conceptos.
- Tienes un archivo de conversaciones históricas con grandes músicos bolivianos de jazz. ¿Cómo ves la relación del jazz con la comunidad musical y con el público boliviano en estos 15 años?
- Tuve la suerte de poder entrevistar a importantes músicos bolivianos del ámbito del jazz y sus fronteras menos alejadas. La lista es larga, pero va desde nombres fundacionales como Johnny González, hasta músicos de una nueva generación como Heber Peredo, Diego Ballón, Roberto Morales, Tincho Castillo, Carlos Fischer, Poche Ponce. Músicos bolivianos que radican en el exterior como el gran baterista Yayo Morales, y también músicos del ámbito del rock que tienen un conocimiento profundo del jazz como Javier Saldías, Álvaro Córdova y Grillo Villegas. Sin olvidar al maestro Álvaro Montenegro.
- En tus programas has dado espacio a la escucha de artistas que no necesariamente pertenecen al género de jazz, ¿cómo te relacionas con los otros “géneros” musicales?
- Me parece que es fundamental darle al oyente una apertura a otros “géneros musicales” que de alguna manera suelen coquetear con el jazz y también otros grupos o músicos que yo los suelo denominar como “jazzy”. Denomino “jazzy” a un tipo de música que tiene como base principal el rock, el folk, el pop, el funk o de cualquier música, que presenta arreglos con colores diferentes, tiene acordes jazzeros, tiene instrumentación característica del jazz, algunos ritmos que pueden presentar síncopa, algunos grooves y sobre todo una intencionalidad que lleva cargada una importante influencia del jazz… sin ser jazz, pero que desprende aromas jazzeros que son imposibles de negar.
Para abrir más aún el paraguas, también realicé algunos programas bajo el título de “No solo de jazz vive el hombre”, en los que me alejo un poco más de las fronteras visibles del jazz.
- ¿Te animas a sugerir a nuestros lectores algunos artistas nuevos o vigentes de jazz?
- Hay una camada muy interesante de músicos de lo que se puede llamar la nueva generación del jazz, como el saxofonista Kamasi Washington, el guitarrista Julian Lage, los pianistas Shai Maestro o Tigran Hamasyan; cantantes como Gregory Porter, Cécile McLorin Salvant o Cyrille Aimee y muchos más. He dedicado programas íntegros a presentar nuevas opciones de interpretes y compositores que pueden escucharlos en los podcast del programa en las diferentes plataformas.