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La lagarta frente al espejo

Actualizado: 28 jun

Este ensayo busca establecer conexiones de los poemarios La lagarta, Territorial y Los negros labios encantados de Blanca Wiethüchter, con algunos elementos de Retrato de Dora de Hélène Cixous y Agua viva[1] de Clarice Lispector. Se explora cómo cada autora aborda lo femenino y su relación con el cuerpo, intentando bordear así los textos de Wiethüchter.


Relación entre Agua viva y La lagarta

Agua viva de Clarice Lispector y La lagarta de Blanca Wiethüchter, emplean una escritura que se aparta de las estructuras narrativas tradicionales, centrando su atención en la exploración de la interioridad y la subjetividad de sus protagonistas.


Clarice Lispector, en Agua viva, rompe con la narrativa convencional al eliminar la trama y los personajes discernibles, centrándose en un monólogo introspectivo que fluye de manera anónima. La narrativa se fragmenta en una serie de pensamientos y sensaciones que buscan capturar lo que la autora describe como la “dimensión de la lengua como pura sonoridad sin sentido”. Esta técnica de escritura permite una conexión directa con el lector a través de la experiencia sensorial y emocional, sin la intermediación de una estructura narrativa formal.


Blanca Wiethüchter, en La lagarta, también se aparta de la narrativa lineal y tradicional. Su poesía se sumerge entre la exploración y la errancia que da cuenta de lo femenino como eso que escapa a la palabra y necesita a su vez de esta para poder decirse. Al igual que en Agua viva, La lagarta se construye a través de fragmentos poéticos que capturan momentos de lucidez y oscuridad.


Ambas obras, a pesar de sus diferencias de género y estilo, comparten una afinidad en su enfoque hacia la escritura como un medio para explorar lo indecible. Mientras Lispector se adentra en la “sonoridad sin sentido” para expresar un goce que trasciende lo simbólico, Wiethüchter utiliza la poesía para transitar el espacio interior de la “lagarta”, un ser que oscila entre la luz y la sombra, la vida y la muerte.


Lispector en Agua viva describe la experiencia de un "goce indecible e ilimitado sentido puramente en el cuerpo"[2]. Ambas autoras están interesadas en cómo la escritura puede servir como un vehículo para expresar estados del ser corporeo que están más allá del lenguaje convencional, situando al lector en un espacio donde la frontera entre lo simbólico y lo real se desdibuja y se hace litoral.


Tanto Agua viva como La lagarta utilizan una narrativa fragmentaria y poética que dan cuenta de la subjetividad y bordean el goce femenino. Ambas obras invitan al lector a una experiencia de lectura que es menos sobre la comprensión racional y más sobre la inmersión sensorial y emocional en el texto. La conexión entre estas obras radica en su enfoque hacia la escritura como un medio para capturar lo inefable, ofreciendo una perspectiva profunda y matizada de la experiencia humana.


Exploración de lo femenino

En este texto, comprendemos lo femenino según lo planteado por Jacques Lacan que Cecilia Rubinetti[3] retoma para referirse a la escritura de Clarice Lispector en su intento de “anudar lo absolutamente Otro de un goce que se sitúa por fuera de lo simbólico”. Esta perspectiva puede proporcionar una pista sobre la relación de Lispector con lo femenino, describiendo la escritura como un medio para intentar traducir, conectar y anudar algo del orden del significante con un goce indecible e ilimitado, sentido puramente en el cuerpo. [4]


En los tres poemarios de Wiethüchter, lo femenino se profundiza a través de sus personajes. Wiethüchter emplea la poesía para indagar en la metamorfosis corporal y la introspección, en La lagarta, la protagonista atraviesa diferentes estados, cuestionando su lugar en el mundo.

 

Quiero encontrar la luz

que no me condene a muerte

morder mi hueso

y celebrar el sabor

perfumar mi alma

con el aroma lácteo de mis senos

y gozar, gozar de pie

a la altura de mi vuelo.[5]

 

Un goce que excede las palabras, que intenta decirse, anudarse. El cuerpo, es un personaje central en la poesía de Wiethüchter. Jacques Lacan decía que “la mujer como la flor hunde sus raíces en el goce”[6]; un goce que no es sin el cuerpo, como bien se plasma en la escritura de Blanca, y que permite sostener también que la mujer es no-toda en términos de goce, que es más bien “una por una”, en singular. Wiethüchter en su poesía presenta a sus personajes femeninos como incompletos y en constante transformación, reflejando esta idea de la mujer como no-toda en su escritura hecha a través del cuerpo y eso que no termina de nombrarse.


En Territorial Wiethüchter explora el deseo, el cuerpo, la existencia y la conexión humana a través de un lenguaje poético, utiliza imágenes sensoriales. La poesía fluye de manera libre, sin una estructura narrativa rígida.

 

Sólo tengo este cuerpo. Estos ojos y esta voz.

Esta larga travesía de sueño cansada de morir.

Conservo el temor al atardecer.

No se comunica con nadie.[7]


Ahora bien, En Los negros labios encantados, las mujeres luchan por apropiarse y redefinir el discurso masculino, una lucha central en el poemario. Wiethüchter presenta personajes femeninos que se esfuerzan por hacerse oír en un mundo dominado por voces masculinas, resonando con la Dora de Cixous, quien rechaza el saber del amo.


Lejano se hace el sol

que te incita a saltar

al otro salto

con lágrimas, con gritos, con alma

el salto ese que da la medida

de los cuerpos —de las almas

su peso, su color, su gravedad

—finalmente, su capacidad de vuelo

su destino de verbo.[8]

 

El espejo como metáfora

En el texto La mujer frente al espejo: nuevas virilidades, diversos autores de la Escuela Brasilera de Psicoanálisis (EBP) examinan lo femenino, el falocentrismo y la feminidad desde una perspectiva psicoanalítica, basándose principalmente en las teorías de Freud y Lacan. En dicho texto, el espejo se presenta como una metáfora para pensar la construcción del yo, del cuerpo y de la realidad, un tema central en La lagarta. Los personajes de Wiethüchter también se enfrentan a su reflejo, tanto literal como figurativamente, al intentar comprender su lugar en el mundo y su relación con los demás. De manera similar, Cixous utiliza el espejo como revelación interna en Retrato de Dora. Para Wiethüchter y Cixous, el espejo no sólo refleja la apariencia externa, sino también aquello que define al cuerpo y la búsqueda de un nombre que anude y bordee aquello que no se puede terminar de decir. Esto se alinea con el texto de los psicoanalistas de la EBP sobre la representación incompleta de la mujer en el espejo:


No todo el cuerpo sexuado de la mujer encuentra representación ni en el significante ni en la imagen del espejo (EBP, n.d.).


Aunque Los negros labios encantados de Blanca Wiethüchter y La mujer frente al espejo: nuevas virilidades abordan temas sobre lo femenino y su transformación, lo hacen de maneras distintas. El poemario utiliza la poesía explorando emocionalmente la existencia y los sentimientos, planteándose como una escritura desde el cuerpo.

 

A modo de conclusión

Los textos de Wiethüchter pueden ser leidos desde la lucha de las mujeres por encontrar y expresar su propia voz. Mientras que el texto de la EBP examina cómo, en muchos casos, las mujeres intentan apropiarse del discurso masculino y redefinirlo. En Lembrar-se do que nunca existiu, Lispector narra desde una perspectiva introspectiva, donde la protagonista busca recordar y dar voz a experiencias y sentimientos que nunca han sido plenamente reconocidos. Esta búsqueda de voz y reconocimiento resuena con la obra de Wiethüchter. La lagarta de Wiethüchter muestra a sus personajes femeninos luchando por hacerse oír en un mundo dominado por voces masculinas, pero a partir de lo más singular, lo más propio, lo indecible e inefable que intenta anudarse en un estilo propio de escritura, una escritura no-toda.


Bibliografía

Cixous, H. (1979). Portrait of Dora. London: John Calder; Dallas: Riverrun.

Fuentes, M. J., Bessa, G., Santiago, J., Darrigo, L. M., Lamy, M. I., & Meirelles do Prado, T. (n.d.). La mujer frente al espejo: nuevas virilidades.

Indart, J. C., & otros. (2014). De la histeria sin nombre del padre (p. 40). Grama.

Lacan, J. (1958). La significación del falo. En Escritos (Vol. 2, pp. 692-705). Paris: Éditions du Seuil.

———— (1990). Seminario XVII: El envés del psicoanálisis. Bs. As., Arg. Editorial Paidós.

Lispector, C. (1998). A paixão segundo G.H. Rio de Janeiro: Rocco.

———— (1999). Lembrar-se do que nunca existiu. En A descoberta do mundo (pp. 385-390). Rio de Janeiro: Rocco.

———— (1973). Agua viva. Rio de Janeiro: Artenova.

Wiethüchter, B. (1983). Territorial. La Paz: Altiplano.

———— (1989). En los negros labios encantados. La Paz: Unidas.

———— (1995). La lagarta. La Paz: Hombrecito Sentado.

———— (2017). Obra completa. La Paz: Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia.


 

[1] Lispector, C. (1973). Agua viva. Rio de Janeiro: Artenova.

[2] Cecilia Rubinetti en Histerias sin nombre del padre.

[3] Indart, JC, y otros De la histeria sin nombre del padre, Grama 2014, p. 40

[4] Ibíd

[5] Wietuchter, Blanca (1995). La lagarta. Hombrecito Sentado, La Paz. En Obra completa. Pp. 308

[6] La mujer como la flor hunde sus raíces en el goce […]” : Lacan, J. (1990). Seminario XVII: El envés del psicoanálisis. Bs. As., Arg. Editorial Paidós.

[7] Wietuchter, Blanca (1983). Territorial. Altiplano, La Paz.

[8] Wietuchter, Blanca (1989). En los negros labios encantados. Unidas, La Paz.

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