El pianista y compositor orureño Daniel Álvarez Veizaga lanza un nuevo álbum. De desamor trae 14 cuecas para piano con obras propias y otras de Ramiro Soriano y de Jaime Mendoza-Nava. El disco se presenta este viernes 29 de noviembre. En esta entrevista nos cuenta acerca de su relación con la cueca y los procesos del nuevo disco.
- ¿Cuál es tu relación con la cueca?
- Pienso que la cueca está presente en la vida de todos los que hemos crecido en el altiplano. Mi caso no fue distinto, en mi familia se practicaba la cueca y mucho antes de agarrar un piano, mi mamá me enseñó unas pisadas en el charango y en la guitarra.
Una relación muy importante que tuve –no solo con las cuecas sino con varias expresiones folklóricas– fue en 2021 con las Fugas bolivianas. Estas consisten en nueve fugas, cada una basada en una melodía popular de cada departamento de Bolivia. Para mí fue como entrar al laboratorio y mirar el ADN de los gestos, ritmos y melodías que hemos heredado los bolivianos. La “Fuga chuquisaqueña” está construida sobre la cueca “Flor de Chuquisaca” de Gilberto Rojas. Me divertí mucho escribiéndola, es de mis favoritas, y creo que ahí nació el bichito que me hizo escribir cuecas. Me di cuenta de su plasticidad y de sus innumerables posibilidades como narración en un discurso musical.
- ¿Cómo has trabajado esta transición o diálogo entre la cueca en tanto música popular y llevarla a la interpretación y composición para piano instrumental?
- Sin duda la letra es parte esencial de las expresiones populares y uno debe considerar esa dimensión desde otras perspectivas. Simeón Roncal y Miguel Ángel Valda han sido claros referentes en ese aspecto; pero también escuchando a Delfín Sejas uno puede disfrutar de cuecas sin poesía. Al interpretar estas cuecas de tradición escrita me imagino una historia, no de forma caprichosa, sino la trama que el compositor ha planteado en su propio discurso musical. Se trata de un ejercicio de honestidad con la partitura.
En la música instrumental uno puede contar historias sin necesidad de palabras. Existe una dimensión narrativa que siempre me ha interesado. La semiología, la retórica y la intuición me han dado herramientas para construir mis propias narraciones instrumentales. Para mis cuecas De desamor me basé en la letra de “Sed de amor”, pero no en la letra que todos conocemos, sino en el poema original de Rafael García Rosquellas que seguramente inspiró a Miguel Ángel Valda. Los cambios son mínimos, pero modifican rotundamente el significado del poema. Por ejemplo: “hacia la orilla del mar”, en el original es: “hasta la orilla del mar”. Son siete los lugares donde se modificó la letra y cada uno de estos siete fragmentos de versos configuran el título (y carácter) de cada una de mis siete cuecas: “Sin sol”, “En el mal”, “Aquesta”, “Hasta”, “Quedamente 1”, “Quedamente 2” y “Esperar”. Se dice que una música que nace de la palabra es logogénica y una música que nace de la melodía es melogénica. En el caso de De desamor, la música nace de los versos/títulos, por lo tanto de la palabra, pero de palabras que son sombras de otras.
- ¿Cómo ha sido el proceso de composición de las cuecas de tu autoría?, y ¿por qué elegiste las cuecas de Soriano y de Jaime Mendoza-Nava para interpretarlas?
- El proceso de composición de las cuecas empezó al revés, es decir a partir de los títulos. Estos ya me generaban asociaciones mentales y musicales, y por si solos, ya tenían una estructura, casi a la vista. Es decir: 3+1+3, como si fuese un corazón partido al medio. Las primeras tres cuecas tienen la forma tradicional, con segundita incluida; la cueca central es un respiro, un sueño, una fantasía/intermezzo y para las últimas tres no necesité la segundita, me bastó con dilatar cada una de las secciones. Para escribir “Quedamente 1” y “Quedamente 2” se me ocurrió inventar una “cueca doble”, bajo la premisa de que muchas veces se tocan enganchaditos de cuecas y funcionan muy bien así. En la cueca doble los zapateos pueden ser intercambiables o yuxtapuestos. Para escoger el material de cada una de las cuecas llené mis notas de voz del celular, llegué a contar las cuecas posibles y sumaban más de 70. El trabajo en ese caso no consiste tanto en producir ideas sino en seleccionar las mejores e ir probando; no todas las melodías guardan buenos secretos.
Conocí las cuecas de Soriano Arce y Mendoza-Nava antes de componer De desamor. Interpreté en varios conciertos las de Soriano y sentí una grata afinidad, sobre todo por su manejo contrapuntístico. Su “Cueca lenta” es una verdadera muestra de su ingenio y musicalidad. La cueca “Trenzas” de Mendoza-Nava llegó a mis manos gracias a la concertista Grace Rodríguez Radic, ella se dedicó a difundir la obra completa para piano de Jaime Mendoza-Nava, cuya escritura me recuerda un poco al compositor argentino Juan José Castro, por la frescura de sus ideas y pericia en sus trazos.
- Cuéntanos acerca del proceso de producción y grabación del álbum.
- La grabación estuvo dividida (al igual que mis cuecas) en dos. Pero no por razones artísticas sino logísticas. Grabé las seis cuecas de Soriano con Jan Niemeyer en los estudios Soulvision en Colonia (Alemania) y las ocho cuecas restantes con Nils Völcker en los estudios Access All Areas en Bremen (Alemania). Ambos ingenieros fueron cuidadosos en extremo y muy detallistas, leían partituras y pudimos manejarnos con mucha creatividad en la mezcla. Hubo química.
Lastimosamente buscar financiamiento para este tipo de proyectos es complicado, y sin apoyo no hay chance para dar rienda suelta a la fantasía. Agradezco al Stipendienprogramm 2022 des Ministeriums für Kultur und Wissenschaft des Landes NRW (N.d.R.: Programa de Becas del Ministerio de Cultura y Ciencia del Estado de Renania del Norte-Westfalia) que me dio la posibilidad de dedicarme a componer el ciclo de cuecas De desamor y también a los esposos Jan Stahlie y Ma. Teresa Rivera de Stahlie, quienes me apoyaron y gestionaron la publicación de las partituras con la Editorial 3600.
- Cuéntanos acerca del trabajo con el sello discográfico Virtuoso.
- Virtuoso Récords es un sello argentino exclusivo de música de tradición escrita. Hacen énfasis en la difusión de artistas de Latinoamérica. Ellos trabajan con Naxos, que es uno de los sellos líderes y especializado en música clásica.
De Desamor es mi segundo disco con Virtuoso, el primero fue Historias quechuas de la naturaleza y el amor (2021), junto al tenor Carlos Diego Sarmiento. Me siento muy feliz de trabajar con ellos porque me dan esa libertad de ejercer como pianista y compositor.
- Has tenido un trabajo muy activo en los últimos años. Cuéntanos acerca de cómo manejas tu tiempo como compositor y como concertista.
- La disciplina es el regalo más grande que el piano me ha dado. A veces es muy complicado manejar la balanza de los tiempos, sobre todo cuando tengo conciertos. El piano, para mí, es un lugar ordenado, donde se consiguen resultados gota a gota, es un espacio de reflexión, casi meditativo. Hacer escalas es muy similar a cantar mantras y limpiar pasajes complicados es un ejercicio de voluntad pura. En cambio, en la composición me muevo de manera instintiva y el espacio lúdico que se crea y recrea me da mucha felicidad.
- ¿Cuáles son los próximos discos / proyectos /conciertos en el futuro más inmediato?
- Estaré tocando De desamor hasta mediados del 2025. Mientras tanto, estoy componiendo mucha música para ensambles de cámara y un proyecto que está casi listo y me emociona mucho es Flores para Nayjama, un bizarro bouquet de 13 piezas para guitarra sola, inspiradas en danzas de todo el mundo. Para ello convoqué a 13 poetas que están escribiendo un poema para cada una de las flores. Un tinku potosino coexistiendo con un son jarocho, un bonodori japonés, una sarabanda, etc. … Es como siento nuestra actual existencia, un tanto fragmentada y otro tanto esquizofrénica.
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