Desde Ginebra, Suiza, donde radica hace años, el guitarrista Gabo Guzmán conversa con La Trini sobre sus búsquedas musicales, su labor docente y el eterno pulso del regreso.
- ¿En qué proyectos musicales has estado trabajando estos últimos años?
- Hay días y días. Los mejores, quiero pensar que vine hasta acá a presenciar una especie de reformulación de lo que soy y lo que sé, para brindar un pequeño aporte a la música boliviana. Son días y días, dijimos, porque suele ocurrir que uno, quizá, solo tenga miedo a saber con certeza qué es lo que no sabe. Sin embargo, acá tenemos un trío llamado Ruda, retama, romero, que visita músicas urbanas bolivianas desde un punto de vista particular; nos va bien, en especial con el público de acá.
En otro ámbito, me he acordado que soy guitarrista, solía decir; ya que, esta distancia (de mi lugar, de mis amigos, de mí mismo) me ha llevado a tratar de consolidar un espectáculo unipersonal con canciones y guitarra solista, donde, casi por primera vez, me valgo por mí mismo (sic) y respondo solito sobre qué aires y qué tiempos quisiera darles a las músicas que elijo. Con este proyecto estamos a punto de acabar dos videos de guitarra sola, que van a salir a mediados de agosto. Será un regreso, otro más. Estoy, en estos últimos meses, acompañando a la quenista potosina Carla Derpic, con la que tenemos una cierta complicidad (y mucho disfrute) al encarar un repertorio variado de músicas bolivianas a dúo.
- ¿Cómo es la escena musical en Ginebra?, ¿estás integrado a ella?
- Siento que es una escena muy compartimentada. Es decir, me parece casi imposible atisbar a un jazzista ginebrino yendo a escuchar charango norte potosino. Pero creo que finalmente ello es prueba de una gran variedad de músicas que tienen su público y sus códigos. Nosotrxs hacemos parte de una propuesta de música latinoamericana que es generada a partir de la más linda librería en español de la ciudad, nuestra querida Albatros. Allí nos han ocurrido los mejores momentos de esta época para mostrar, aprender y compartir música.
- Como un estudioso de las músicas bolivianas, ¿cómo planteas el taller que darás en Ginebra?
- Creo que plantearse un recorrido por las músicas de cualquier país es, sobre todo, una osadía, ¡hay tantas músicas que conocer y abarcar! Pero, la confianza y el cariño de mi profe, el guitarrista peruano Sergio Valdeos (Sergio ha recorrido una buena parte de mundo acompañando a la maravillosa cantante peruana Susana Baca) me han convencido y alcanzado esta oportunidad.
La gran pregunta era cómo encuentro algo que enlace y haga mínimamente coherente un tránsito por nuestras tan diversas músicas. Y creo que encontré este hilo conductor, por lo menos el que me sirve a mí. Se trata de encontrar ciertos hitos históricos para reagrupar músicas en torno a ellos. Un ejemplo, la aparición de unas hermosas propuestas de músicas orientales en los 50, a raíz de la integración oriente-occidente que planteó la Revolución del 52, músicas que circundan a la irrepetible gran generadora de este fenómeno, la señora Gladys Moreno.
- Desde la distancia, ¿cómo ves el panorama de la música actual en Bolivia?
- Con enorme expectativa, y con cierta angustia por no estar allí, ya que creo que se está haciendo música muy hermosa en mi país. Muy particular, muy irreverente con el comercio y con los modelos y manuales del “así debe hacerse música en Bolivia”. Creo que ha habido lugares para compartir música que son terriblemente propositivos, y es que, hoy por hoy, sencillamente da mucha alegría que existan: Casa Taller en Sopocachi Alto; los colegas que han ido a formarse a Buenos Aires y han regresado para hacer música en nuestro país; el hermoso trabajo de Mariana Alandia y Javier Parrado, solo para dar algunos ejemplos.
- ¿Vendrás a Bolivia próximamente?
Sí, por supuesto. Pero como todo migrante, tengo la necesidad, medio jodida y angustiante, de llevarles algo nuevo, algo lindo, algo que diga cosas de nosotrxs.
Fotos: Andrés Claros Roncal
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