El nuevo libro de poemas del cantautor y escritor Vadik Barrón, El año del Dragón (Editorial 3600, 2024) que reúne los poemarios El año del Dragón (2024) y Estatuto Febril (2020), este último uno de los ganadores de la convocatoria de la FC-BCB “Ideas Creativas en Pandemia” publicado únicamente en formato virtual, fue presentado en la FIL Cochabamba este 5 de octubre. Aquí una aproximación del poemario.
El año del dragón de Vadik Barron Rollano es un libro de poesía que nos invita a transitar por los 5 elementos esenciales de la cultura china: el metal, la madera, el agua, el fuego y la tierra, desde versos que nos sitúan en atmósferas contemplativas, estéticamente cargadas por símbolos, colores y la posibilidad de encontrarse en el ciclo que forman las palabras como una gran fusión del hombre con la naturaleza.
El poemario tiene dos partes, la primera “El año del dragón”, y la segunda “Estatuto febril”. Ambas conforman un conjunto orgánico, de una especie de dragón que se muerde la cola entre el silencio como posibilidad de existencia. En el primer apartado dedicado al fuego presenciamos la búsqueda y el encuentro de la lumbre que se ilumina en forma de palabra: “Cuide de no capturar la lumbre/ directamente con el corazón/ para no provocar incendios interiores”, que se complementa con una especie de plegarias dedicadas al vertiginoso oficio de la escritura: “Y el fuego que me consume ahora que camino la cornisa/ ante el abismo de las palabras”.
En la sección dedicada a la tierra, lo telúrico hace resonancia y expansión en el hueco de los días que se reproducen en lo que Vadik señala así: “Acá dejamos los huesos/ para extender arborescencias subterráneas/ en busca del centro del sol o el centro de la tierra –lo que venga primero- para sacarnos esa angustia congénita /de nuestros oscuros pechos de gruta".
Las raíces, el sabor “subterráneo” y ácido de los árboles son una alternativa al estilo de Edmundo Camargo, para iniciar un proceso de sanación del planeta vacío, que da sus fuertes arcadas frente al ecocidio. Cabe destacar que uno de los poemas que tienen una constitución muy buena es “Valle [3]” donde retrata lo siguiente: “la noche es un animal herido” (…); “El cielo de Cocha vuelve / a salvarme la vida.”
Seguir el recorrido por poemas en la sección dedicada al metal nos deja un sabor exquisito a las sonoridades y a la musicalidad, nos lleva a permanecer en las alas de la mariposa atómica que se mueve como notas desplegadas al viento, la vibración de los verbos desde lo aural nos conduce por una sinfonía de los astros que se desplaza en el cosmos de una especie de pentagramas que representan el alambrado que no puede contener las notas hechas luz.
En Agua, que es uno de los apartados más extensos, constatamos el ingenio y fluidez de su trabajo, ya que nos lleva por espacios lacustres, y una especie de plegarias que destacan, como dice Moser, que el antropocentrismo ya entró en crisis frente al magma elemental de los manantiales, cascado y glacial que se está derritiendo. Volvamos a nombrar el agua para que no se escurra de nuestras palabras o como dice Vadik: “Nadie puede declarar/ que nos falta ambición/ Miren que apresamos los glaciares/ en armarios eléctricos/ imitamos la irradiación del sol/ en las habitaciones cerradas”.
En la segunda parte del libro, llamada “Estatuto Febril”, nos remontamos a otro escenario, el de la pandemia, el del encierro del reflexionar lo que sucedió hace ya 3 años atrás, con imágenes distópicas de películas como 12 monos (12 monkeys, Terry Gilliam, 1997), ciudades donde las jirafas estiran su verticalidad para contemplar el panorama desolador de la humanidad, las máquinas pararon, el aire está viciado y, como magistralmente señala el autor: “Todos deberíamos pasar más tiempo en silencio” (…) “Todos volveremos a la tierra para fertilizar los árboles que den sombra a los robots del mañana”.
Cabe destacar que Vadik nació el año del dragón de fuego, y este 2024 estamos viviendo el año del dragón de madera, quinto signo animal del ciclo del zodíaco chino. La figura del dragón se asocia con la fuerza, con la salud, con la armonía y con la buena suerte. Este libro refleja ese sentido mítico del dragón porque su fuerza de expansión conjuga con la capacidad de contemplar la musicalidad que arde en cada palabra, pero a la vez entra en quietud, por la aceptación y la búsqueda del silencio.
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