Una reseña del Festival Internacional de Teatro de La Paz
Después de cuatro años de silencio volvió el Festival Internacional de Teatro de La Paz (FITAZ), y por supuesto que nos alegra. Sobre todo a nosotros los artistas, ya que es un espacio para reencontrarnos y por fin volver a los escenarios. Entendiendo que lo virtual ha sido una experimentación, para mí el teatro es carne y hueso, compartimento y convivio. Y la vuelta de la gran fiesta da una esperanza de que por fin se retomará la normalidad.
Los que estamos en este medio sabemos de los grandes esfuerzos y el tremendo trabajo que significan sacar adelante un festival. No es algo que se hace de un día al otro; implica tiempo y muchas manos trabajando juntas, por lo que no puedo dejar de observar el poco apoyo que se tiene de las instancias del Estado y de otras instituciones, evidencia de que aún no se reconoce al trabajo artístico y su tremendo aporte a la sociedad.
En el FITAZ 2022 vi un festival hecho a pulmón, y no solo hablo de los organizadores, sino de los artistas. Las tarifas por función no fueron muy altas y en muchos casos los elencos son numerosos por lo que la ganancia es mínima o inexistente. Por eso me apenó ver algunas funciones con poco público. ¿Habrá que cuestionarse si es una falla de difusión? ¿O no estamos sabiendo llegar al público? ¿O hay una apatía del mismo respecto al teatro? También cuestiono la poca participación de artistas de otras ramas y entidades artísticas de formación.
Si bien no pude asistir a tantas obras como me hubiera gustado, lo poco que vi me dejó feliz. Hablo de Wajtacha por ejemplo. Desde la entrada genera un viaje a la mina. Es una puesta en escena muy bien realizada: la distribución del espacio escénico, el público frente a frente, ese altar donde rápidamente distingues al Tío de la Mina… y la obra comienza con una interpretación maravillosa de Claudia Ossio que arranca lágrimas. En general las actuaciones son muy buenas y tienen mucha fuerza. Se nota que son actores maduros que te van sumergiendo en la historia y sus personajes y uno se va dejando llevar. Gran aplauso para todos. El viaje en general es un disfrute, es un buen texto de Luis Miguel Gonzales Cruz. Una historia que no es una novedad: una mirada a la mina y sus duras realidades, con una crítica fuerte a los manejos del poder. En general, repito, un disfrute, aunque no se puede negar algo que causa un poco de ruido: hay momentos, casi al final, en que se siente la impresión de cierta ligereza de mirar al otro desde un lugar muy lejano.
Algo parecido sentí con Palmasola. Es una obra necesaria. Da a pensar que a veces estamos tan inmersos en nuestras realidades que ya no nos miramos. La obra también es una experiencia en la que el público se va desplazando por el espacio, un viaje a la cárcel que te mantiene con el corazón acelerado. Los personajes están muy bien planteados y las actuaciones de todos son más que destacables. Lo que muestra la obra no es más que la realidad cotidiana de ese espacio, pero hay momentos en los que igual no se puede evitar sentir una mirada lejana que genera ruido.
Asistí también a Divino Anticristo, del elenco chileno Teta Izquierda. Es una puesta minimalista que te lleva a entrar en la locura de dos personajes de la calle, dos personajes maravillosos, casi bufonescos. Es una obra filosófica repleta de metáforas. Cuando logras entrar en este código de locura casi inocente, es inevitable la reflexión y cuestionamientos; lo más complicado es el esfuerzo por comprender los modismos regionales, que a veces son complicados de entender y complican el seguimiento de la historia. Por lo demás, todo funciona.
Auguro que las próximas versiones del FITAZ no harán más que ir en subida. Aún nos queda trabajo en la construcción de públicos para tener teatros llenos y confió en que a la larga no quedará más que unir fuerzas para seguir remando. Me parece un acierto del festival, su espacio extendido, para hacer esta fiesta más grande e inclusiva, además del espacio infantil tan variado que creo es un paso fundamental en el cultivo de nuevos públicos. Espero que las nuevas perspectivas de la organización realmente se conviertan en un espacio de replanteamiento para no olvidar que lo fundamental en esta gran fiesta es el convivio.
Fotos: Prensa FITAZ
Fotos obra Palmasola: Mariana Bredow
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