En Villa Coronilla, Cochabamba, se desarrolla desde hace dos décadas un trabajo de gestión cultural y de integración comunitaria que conmueve por su trabajo sostenido. Ernesto Guevara Quiroz, músico, comunicador y principal compositor de la banda de heavy metal Bajo Tierra es el impulsor y anfitrión del Centro Púrpura y en esta extensa charla le cuenta a La Trini la historia, el concepto y las actividades del espacio cultural. Esta es la primera parte de una extensa entrevista al artista orureño.
- Cuéntanos la historia de Centro Púrpura, ¿cómo nace y qué actividades realizan?
- El Centro Púrpura nace en 2007 con la idea apoyar a dos colegios que hay en el barrio. En esa época todavía los efectos de la migración se sentían en la juventud: mucho chiquito que vivía con sus abuelos, con sus tíos, y los papás en otro lado, laburando. Entonces pensamos el espacio inicialmente como asistencia escolar y empezamos trabajando con muchos amigos de voluntarios, estudiantes de comunicación, psicología… y de ingeniería de sonido luego, porque fue creciendo. Aparte del apoyo escolar, luego se nos ocurrió brindar talleres de música en las vacaciones, sobre todo guitarra acústica, aunque también ofertamos a veces guitarra eléctrica, batería y teclado. Básicamente, eran las cosas de la banda Bajo Tierra que compartíamos en la vacación.
Y esto luego creció un poquito más. En Temple Records, el estudio en el que grabamos todo con Bajo Tierra, teníamos una salita de espera para la gente que está esperando entrar a grabar y teníamos un televisor con algunas películas y videos musicales. Entonces decidimos concentrar todo en un solo lugar, este espacio con el apoyo escolar, así la biblioteca estudiantil se fue ampliando hacia una videoteca y luego creció hacia la audioteca. Ya teniendo todo ese material (por entonces yo ya hacía programas de radio), dijimos: “bueno, hay la experiencia, tenemos equipo, empezaremos a producir”. Hicimos programas sobre derechos de los niños, derechos de las mujeres, y trabajamos en varias radios locales. Íbamos, hacíamos los programas y volvíamos con el material. Luego, tuvimos la oportunidad de instalar el primer estudio de radio acá y mandábamos la señal por LTR hasta la radio.
Poco después, las condiciones tecnológicas nos permitieron utilizar nubes, los drives para almacenar archivos y los programas de radio ya los subíamos a la nube y se descargaban en las emisoras, y claro mejoraba la calidad y la rapidez para distribuir la información. Y así se consolidó la producción radiofónica, esta vez ya incorporando programas para la difusión de rock boliviano. Hemos estado en Kancha Parlaspa, Onda Verde, Radio Gente… en varias radios.
Cuando llegó la tecnología ADSL para internet, ya había condiciones para hacer una emisión online, y es así que armamos nuestro estudio. En mayo vamos a cumplir 10 años con la radio, como un proyecto del Centro Púrpura que creció mucho más que los demás proyectos. Ya no tenemos el espacio de apoyo escolar, porque la radio nos ha comido todo el espacio, y también estamos habilitando un nuevo espacio para hacer grabaciones de bandas en vivo o ensayos, brindar el equipamiento y la infraestructura que tenemos para el desarrollo de otros proyectos musicales.
- El tema educativo y la producción de contenido, ¿ha sido ad honorem, de manera voluntaria?
- Somos un grupo de profesionales que, en un momento, decidimos desprendernos de nuestras cosas y empezar a generar espacios donde circule la información. Estoy hablando de libros y archivos de música y sonido. Sergio Terán que es baterista de Bajo Tierra tenía libros de ingeniería de sonido y nos pasó su material después de haber estudiado. Yo mismo, después de terminar la maestría, todo el material lo entregué al centro para que esté a la disposición de estudiantes, más toda la colección de libros que veníamos acumulando de los estudios universitarios.
Entonces, teníamos ahí área de sonido, de comunicación, obtuvimos también libros de psicología y así se fue armando la biblioteca con el desprendimiento de varios amigos. Ese desprendimiento también fue de material audiovisual, DVD, y empezamos a especializarnos en música, porque como músicos hemos vivido la falta de difusión y espacios. Entonces, todos somos voluntarios hasta ahora, la radio se autogestiona básicamente por el alquiler de backline (N. d. R.: instrumentos musicales y amplificadores).
Y volviendo a tu pregunta: todos voluntarios, autogestión al máximo y el espíritu underground e independiente es lo que predomina. Y creo que es el motor, el impulso, la filosofía que nos convence de que se puede hacer mucho sin extender la mano. He escuchado muchas veces a músicos y a artistas en general que le reclaman al Estado; yo pienso que es deber y obligación del Estado, en sus carteras de cultura, promover y participar, activar la dinámica cultural, pero esto va casado siempre con la política. En cambio, el rock y, más aún, el metal, tienen por característica la independencia. Entonces, vimos que no es oportuno ni conveniente tomar el apoyo de instituciones del Estado ni tampoco de las grandes corporaciones, porque de alguna manera estarías casado con la línea ideológica, económica o discursiva de cualquier otro. Mantenemos una radio independiente, que nos cuesta mucho, sobre todo porque es difícil renovar equipos cuando no hay un financiamiento, pero cuidamos lo que tenemos.
- ¿Cuáles son los principales programas en la grilla de la radio?
- Hay muchos programas que se producen en Cochabamba, y hay otros que se producen en el interior: Oruro, La Paz, El Alto y Potosí. Prácticamente hemos construido una especie de red de programas de rock boliviano, que es básicamente la grilla que tiene la radio. A ello se han sumado unos programas que nos envían desde Buenos Aires.
Nos interesa mucho conocer lo que está pasando en otros lugares, y sabemos que por los medios tradicionales y el mainstream no vamos a acceder a esa información. Música sí hay, porque puedes explorar en diversas plataformas, pero acceder a una entrevista, al contacto con otros músicos de realidades parecidas a las nuestras, es difícil, y la producción de estos programas nos permite tener una referencia de lo que está pasando en el país, pero también fuera de él.
Actualmente hay dos programas que son gigantes, que han ido creciendo con los años: “Resistencia Rock Nacional” que se produce en El Alto para la red de la diversidad, desde Wayna Tambo. Nosotros grabamos todos los programas y los volvemos a programar en diferentes horarios y días, porque al hacer radio online, pues el público está en todo el mundo y es muy interesante ver dónde nos escuchan y vale la pena pensar en otros públicos. “Resistencia” creo que es uno de los programas más importantes y más antiguos de la escena rockera nacional.
Luego, está otro grande también: “Stereo Top Bol” de la radio Stereo Hits de Potosí, a la cabeza de Loyda Dávila. Lo hemos visto crecer desde la época en que varias radios recibían los archivos, descargaban y programaban cada una en el horario en que quería. Luego todo creció tanto que empezó a suceder en países hermanos, y actualmente el programa se escucha también en México y Argentina; además, se estrenan canciones y propuestas musicales de otros países.
Otros programas muy antiguos son “Melodías Metálicas” de Álvaro Suarez[1] ; “Hecho en Casa” que dirige Ariel Salinas, y “El Fin del Silencio”, que ha tenido varias etapas, algunas veces por streaming, otras en televisión y otras en radio. Todos los programas están grabados y se difunden continuamente. Además, tenemos el grato placer de sentir el éxito que ha tenido, el último año, el lanzamiento de la radio online que se llama El Fin del Silencio, una radio 100% nacional, cuyo contenido es música boliviana en diversos géneros; es un trabajo muy bueno de Ariel Antezana. Y hay muchos más, como “Actitud Rocker” que viene desde Oruro; y en agosto vamos a tener el estreno de un nuevo programa, producido en Cochabamba por Natalia Salinas.
- ¿En qué espacios están ahora los archivos de la videoteca y biblioteca?
- La videoteca está acá, todo el material de archivo musical, básicamente son conciertos y actuaciones. Todo el archivo grande de video está dónde funcionaba antes la radio, en la casa de mi mamá. Es muy grande eso porque son VHS, que ocupan más espacio y ahí hay una tarea todavía por hacer, que es digitalizar.
Cuando arrancamos el proyecto justo apareció Youtube y abrimos nuestro canal que se llama Púrpura en Línea, en el que empezamos a difundir el material que digitalizábamos de nuestro archivo, de VHS, de Betamax. Tiene muy buen alcance, recientemente he revisado estadísticas y justo el 16 de julio yo notaba que se reproducía mucho un video, y era “Collita” de Wara. Cuando tu entras a Youtube y pones Wara, Collita, te sale nuestro canal, porque fuimos los primeros en publicar este contenido.
Y además tenemos algunas joyitas y lujitos, como escuchar a Deep Purple en Bolivia el 97, o D’Austria de Oruro, en la actuación del año 92 o 93. Hay un material muy bonito que se va alimentando cada vez más, porque los grupos han empezado a mandarnos su material para publicar. Ahora todos tienen su propio canal, todos tienen su propia red, pero eso no sucedía al principio.
Hemos tratado de digitalizar todo el material, sobre todo al principio, cuando no había problemas de derechos de autor, no se había pensado todavía el impacto que tenían las redes sobre los derechos de autor. Pero eso cambió con el tiempo y ahora los derechos de la música están vigentes cuando se registran internacionalmente, no importa en qué plataformas, y la utilidad que generan las vistas no va para el creador del contenido, sino para el músico.
Nosotros no recibimos ni un peso. No hemos monetizado nuestro canal porque sentimos que sería aprovecharnos del trabajo de otras personas, nuestra tarea es de difusión. Por compromiso o militancia con el underground, hemos decido no hacerlo, nos parece antiético.
- ¿Y los libros?
- Los libros están ahora en Amanaca. Nos estamos organizando para hacer una donación a una escuelita porque acá están dormidos y no le son útiles a nadie. Es demasiado egoísta tener sin uso un material que le podría estar sirviendo a otra persona, y este fue un poco el principio con el que armamos todo. Antes la gente era muy celosa de su material, claro que era muy difícil conseguir, pero nosotros pensamos: “si a nosotros nos ha costado tanto, ¿por qué le tiene que costar a las nuevas generaciones?”. Le aliviamos ese primer paso, acceder a una buena grabación, tocar con buen equipo, nosotros asumimos un préstamo de banco para equiparnos, y trabajamos muchísimo todos los fines de semana en kermeses, ferias, lo que fuera e íbamos con sistema de sonido para pagar ese equipo. El día que terminamos de pagar la última cuota al banco, sentimos “este equipo ya está pagado, no le debemos a nadie, ¿por qué alguien tendría que pagar por usarlo?
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