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Alberto Villalpando, el gran sinfonista boliviano

Cinco de las más preciadas composiciones del maestro serán ejecutadas por la Orquesta Sinfónica Nacional en La Paz. La cita será este 22 y 23 de mayo en el Centro Sinfónico, a invitación del Goethe Institut.

 

Es muy posible imaginar una sonrisa en el rostro de Alberto Villalpando cuando su amigo, el también director y compositor, Cergio Prudencio, dice enfáticamente: “hay que decir con claridad que Alberto Villalpando es el mayor sinfonista [boliviano] de todos los tiempos”.


Pero, Prudencio –director invitado para estas presentaciones– dice lo que cree, y razones no le faltan: “nadie ha escrito tanta música sinfónica como él y muchas veces en la adversidad, pero siempre con una ponencia que gira alrededor de una destacada estética”.


Y es que, a sus 83 años, Villalpando no deja ni de crear ni de ser recreado. Sus últimas composiciones datan de hace pocos años y siempre ha sido un infatigable “inventor” musical –como él mismo se denomina–, marcando la historia y trayectoria de la música boliviana, pero no en su cercanía con el folklore, sino desde la inmensidad y universalidad de lo sinfónico.


Villalpando será agasajado en La Paz por su trayectoria, y este homenaje se lo rinde una institución que también busca celebrarse a través de la música: el Goethe Institut, que cumple 70 años de vida y ha encontrado así la mejor forma de compartir su amor por la cultura y por el país.


“Buscábamos un evento especial, pero no en el sentido de presentar cultura alemana porque eso fue al inicio del Instituto Goethe, y eso ha cambiado. Estamos enfocados en el diálogo cultural, por ello no pensamos en un concierto con música alemana sino con las obras del maestro Villalpando quien es para mí un genio que merece un homenaje”, sostiene Sabine Hentzsch, directora del instituto.


Serán dos presentaciones de gala de ingreso libre que se regalarán al público en el Centro Sinfónico Nacional de La Paz, el 22 y 23 de mayo a partir de las 20:00 horas, y en las que, además, Villalpando estará presente.


El concierto, que contará también con la participación de Weimar Arancibia, director titular de la Orquesta Sinfónica Nacional, ofrecerá cinco composiciones de Villalpando, algunas estrenadas solo en el extranjero y otras que se escucharán por primera vez: Música para orquesta I (1974); Música para orquesta VI (2021); Música para orquesta VIII (2024); Al mar (1979) y Las transformaciones del agua y el fuego en las montañas (1991). Además, a la iniciativa del Goethe Institut el maestro respondió indicando que iba a crear una composición especial por los 70 años del Instituto en Bolivia.


La ocasión servirá para lograr una grabación de audio que quedará para todos los tiempos. “El anhelo personal es que toda la obra orquestada de Villalpando esté grabada. Es fundamental conocer y adentrarnos más en la música de un músico tan importante como él”, indicó Arancibia. Estarán más de 60 músicos, un coro de diez personas y la solista soprano Katia Escalera para interpretar las piezas del compositor.


Villalpando y el Goethe serán homenajeados, pero quien recibirá el regalo será el público, que podrá no solo disfrutar de la obra de este artista de la composición sino de su cálida presencia. Aunque sea a la discreta distancia a la que nos tiene acostumbrados.

Se llama Alberto Villalpando

(Extractos de La geografía suena, Biografía crítica de Alberto Villapando, de Blanca Wiethüchter y Carlos Rosso)


Alberto Villalpando no nació en Potosí, nació, como se suele decir, accidentalmente, en La Paz. No lo sabemos con certeza, pero para fines astrológicos –quién sabe si algún mago quiera calcular su carta astral por sabe dios qué misteriosas razones, nunca se sabe– es mejor dejar dicho que fue el 21 de noviembre de 1940 hacia las 12 del mediodía.


Escribimos para llamar la atención sobre un compositor que según se comenta en las esquinas y balcones puede ser considerado un separador de aguas, pues su obra divide en un antes y un después la historia de la música en Bolivia. Lo dicen todos. No es poca cosa, ciertamente.


Sociable, conversador y por eso mismo orgulloso adepto al vino tinto y si es posible con una tabla de quesos; ríe con facilidad y alegría; utiliza el diminutivo con frecuencia lo que lo torna cordial y generoso. Más que doméstico se dice hogareño. Le gusta arreglar todo lo que está desarreglado. […] De los músicos que atraviesan la historia recupera a todos, inclusive, a veces, también a Bach. Pero a los que admira sin fronteras es a Les Luthiers y sus instrumentos informales.


Es necesario decirlo, fuma.                        

                                                 

Su mujer dice que es dulce y que se llama Alberto Villalpando.


 

Foto: Colegio Latinoamericano de Músicos


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