Una breve semblanza[1] del escritor orureño recientemente fallecido en Cochabamba, donde residía hace varias décadas.
Se fue un incansable polígrafo, un apasionado de la literatura boliviana, uno de los últimos autores que mantuvo una impronta y estela cultivadas al viejo estilo de inicios del siglo pasado: trabajar, escribir y publicar profusamente, contra viento y marea, aun al margen de circuitos y círculos académicos, aun sin acceso a herramientas y metodología. Dejó, entonces, como ensayista, una vasta obra referencial, que debe ser considerada como una propuesta personal –descubrimientos, redescubrimientos y posturas propias– que pueden ser buen punto de partida para más.
Si de lo que se trata es de describirlo en pocas palabras, simplemente basta señalar que, como pocos, don Adolfo se dedicó íntegra y apasionadamente a las letras: literatura e historia; historia de la literatura, en esencia. Escudriñó incansablemente en bibliotecas y hemerotecas, de manera transversal y, diríamos, por encima de su vena creativa, y nunca rehuyó a defender férreamente sus planteamientos, no siempre del todo afianzados. Conversar con él, era convencerse de entrada de su determinación y entrega.
Si de resumir la trayectoria académica y profesional de Adolfo Cáceres Romero se trata, habría que decir que fue profesor de colegio y docente universitario de lenguaje y literatura, que obtuvo posgrados de especialización en Uruguay y España, y que además fue director del colegio Jesús Lara, decano de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS) de Cochabamba e investigador emérito del Instituto de Investigaciones de la misma.
Ahora, si el tema es hablar de su producción literaria, hay que decir que fue novelista, cuentista y ensayista con varios relatos traducidos al inglés, alemán, noruego, holandés, japonés y croata. Pero donde más destacó –consideramos– es como un hábil recopilador de la literatura boliviana, como un incansable recuperador de nombres y títulos, tendencias y estilos, hitos y épocas que conforman el decurso de las letras en Bolivia. Todo esto a través de su serie de libros de Nueva historia de la literatura boliviana, y su no menos útil Diccionario de la literatura boliviana.
Para conocer a este polígrafo orureño también hay que decir que, debido a su notable trayectoria, fue premiado en no pocas ocasiones. Entre otras distinciones recibió el Premio Nacional de Cuento UTO (Oruro, 1967), el Premio Municipal de Literatura (Cochabamba, 1967), el Premio Franz Tamayo (La Paz, 1982), la Gran Orden Boliviana de la Educación (La Paz, 1990), y la Medalla “Libro de Oro” (Cochabamba, 1999).
Como cuentista y novelista, Cáceres Romero manejaba un lenguaje elegante y minucioso, propicio para las temáticas por las que se decantó: escenarios y tramas que lo ayuden a reflejar la realidad de la sociedad boliviana, sobre todo de la que fue afectada por las dictaduras de los años 60 y 70, cuando no de la época colonial y de formación de la república.
En sus novelas se percibe un notable despliegue de datos e información, lo que refleja su vocación de investigador. De su obra en general, señala el crítico Samuel Arriarán: “la narrativa de Adolfo Cáceres Romero se caracteriza por no contar historias literales sino de imaginación sensorial; es decir, más que una narrativa basada en la transmisión de ideas explicativas o conceptos, se trata de una forma literaria basada en la expresión de estados de ánimo y de sentimientos. En lugar de imágenes que expliquen cosas de una manera concreta, son símbolos que el lector puede sentir y comprender de otra manera”.
Sobre su novela La saga del esclavo, Gastón Cornejo Bascopé escribe: “Dos líneas paralelas de encantador relato nos conducen a la imaginación sublimada de los hechos materiales, al acontecer humano de los protagonistas en sus vaivenes de grandeza y de maldad, la tormenta de los actos delictivos, la introspección íntima, la conciencia transformadora y la vibración religiosa de la purificación”.
Acerca del libro de relatos Cinco noches de boda, Víctor Montoya opina: “A tiempo de moverse con soltura en un territorio sensual y explosivo, donde convergen las descargas eróticas y el fulgor de las pasiones, Cáceres Romero nos acerca a temas narrados con verisimilitud, recreando a personajes que se cruzan en las rutas de la realidad y la ficción, con un estilo sencillo pero elegante, propio de un autor capaz de elevar a potencia literaria una situación cotidiana, sin más recursos que el verbo y la imaginación”.
Bibliografía
Novela: La mansión de los elegidos (1973), Las víctimas (1978), La saga del esclavo (2006), Octubre negro (2007), El charanguista del boquerón (2009) y La tierra sin mal: epopeya del último Colorado en la Guerra del Acre (2019).
Cuento: Galar (1968), Copajira (1975), Los golpes (1983), La hora de los ángeles (1987), Entre ángeles y golpes (2001), Cinco noches de boda (2009), El despertar de la bella durmiente (2009) y El puente de los suicidas (2015).
Ensayo: Nueva historia de la literatura boliviana (tomos I, II, III y IV, 1987-2011) y Diccionario de la literatura boliviana (2009).
Antologías: Poésie bolivienne du XX siecle. Antología de la poesía boliviana en español y francés (1986), Poésie quechua en Bolivie. Antología trilingüe español, quechua, francés (1990), Poesía quechua del Tawantinsuyo (2000).
[1] Una versión de este texto se publicó en 2015 en el suplemento LetraSiete, a propósito del homenaje que Cáceres Romero recibió en la Feria Internacional del Libro de Cochabamba. También a partir de este se trabajó en la ficha sobre el autor incluida en el libro Letras orureñas. Autores y antología (Zofro-Plural, 2016).
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